Cuando la oscuridad
se mete por entre mis orejas,
el miedo ligero se instala
y no hay diferencia mayor
entre el cuarto y la calle,
igual saltan los bichos,
viven los agresores
y el tiempo grita en mi mano
sin haberlo invitado,
pero si cierro los ojos,
tampoco el sosiego vendrá.
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