TRANSFORMACIONES

jueves, 21 de agosto de 2008

Número cuatro

I

Quien siempre levita
aterriza un instante
para sonreir.

II

Apolo,
en esta realidad,
completo desconocido.

III

Aunque la sombra
nos magnifique
somos ínfimos en la luz.

IV

Cosas extrañas
se encuentran detrás
de la primera nota.

Número tres

I

Viejas estrategias
disfraz nuevo
consabido final.

II

Como su imagen
la realidad se muestra
bastante borrosa.

III

Maraña de palabras,
hojas coloridas
al final del otoño.

IV

A veces los dioses
también se materializan:
no eran verdad.

Número dos

I

Armonía como telaraña
resistente
y delicada

II

Febril silencio
cándida espera,
semilla de la inquietud.

III

Arrebato del instinto
vía libre,
castigo divino.

IV

Gran demonio,
gentil hombre
fuera de la jaula de las fieras.

Número Uno

I

El silencio va labrando
en la aridez de las almas
unos puntos suspensivos.

II

La puerta que tarda en cerrarse,
el pocillo que se detiene en el aire
el aliento contenido.

III

Oscuridad cómplice
energía intangible
tácita bienvenida.

IV

Gota de agua
que aún en la tormenta
se resiste a caer.

A la intemperie

El alma, a la intemperie,
como una desnudez deseseperada
en medio del desierto sin arena,
se desgarra en un violín,
el saludo de un amigo
al otro lado del mundo,
o el simple y llano recuerdo.

Y aunque habitan el día
instantes de luz
y hasta de risa,
son efímeros,
se esconden en el cuarto viejo,
y sólo queda ella,
la gran soledad,
la noche cayendo
encima de la vida.

Horizonte

Sin duda alguna,
hay en el horizonte
una gran gama de colores.
Del gris oscuro
cuando tu ausencia
nos desgarra,
cuando el peligroso equilibrio,
amenaza con romperse
a cada rato.
Al gris claro
cuando finalmente
arrastrando los zapatos cuesta arriba,
tiritando de frío
y esquivando los ladrones,
logro seguir existiendo.

A Santa Rosa

Hombres
con las manos en los bolsillos
durmiendo contra las paredes del parque,
laberintos
en los que se satisfacen
los deseos de sevicia y crueldad.
Puertas cerradas
por la mano de la envidia.
Caudaloso río de chismes.
Calles muertas
y cerros coronados
por la gran prisión.
Fábrica de autómatas con fusil.
Y en los buses,
el respectivo olor a pecueca,
y a chicha con calzón.

La lluvia

Ibamos a morir.
Habíamos permitido que la lluvia,
lenta y persistente
se anidara en nuestras cabezas.

Ella vino,
para instalarse por toda la eternidad,
se escondió un momento
haciéndonos creer
que le había dado paz al cielo
y cuando estuvimos afuera
vulnerables aunque defensas,
volvió.

A devorarnos con paciencia y delicadeza,
para que no lo notáramos,
para que la diéramos por simple
y confiáramos en ella.

Pero ahora,
hemos muerto.

Espejismo II

Y los nuevos espejismos
como telarañas en los rincones del techo,
se acaban con un simple
remover escombros.

Se acaban
porque murieron
al despertar.

Espejismo

Para construir el espejismo,
el oasis,
el final feliz,
el paraíso perdido,
era sencillo.
Simplemente,
mucha imaginación
y mucha esperanza,
aunque se estuviera andando
el camino incorrecto.
Muchas sonrisas, también.

Para romperlo,
un poco más complicado,
darse cuenta
que para siempre
todo aquello
ha muerto.

Puerta



La puerta
a diez centímetros del suelo
suspendida.

El sol triunfante
abre su camino
entre las lúgubres murallas.

Una paloma
se atreve a posarse
en el inhóspito alféizar.

Y finalmente
Sobre la plaza eterna y fría
El cielo existe.

Cuestión vetusta

Mágico duende,
aún hermoso bosque
gentil refugio.

El pasado
reclama su universo
en cada palabra.

Hay espejismo
De volver a vivir
Sonriendo.
Los años han hecho
Su fatal trabajo.

Y todo se convierte
Inevitablemente
En cuestión vetusta.

El frío

I
Instalado en cada uno de los veinte dedos
redujo el cuerpo a los simples huesos
más una nariz de perro.

II
No es tan solo la nariz,
uno en realidad se vuelve como un perro
botado en el piso,
luchando contra la corriente,
buscando insectos y peces,
calentándose el lomo con el fuego,
sucio, lavado, hambriento,
pero feliz.

III
Por unas horas
Hasta que vuelve a recibir
La patada en las costillas.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Sístole y diástole

Tu sístole.
La sangre recorre mi cerebro
en un torrente que se quiere salir de su cauce
y hace que caiga de la felicidad
a la completa desdicha
en un gran estrépito,
mientras el alma se pregunta:
¿qué está pasando?
¿que vamos a hacer con nuestros huesos?
Y el cuerpo empieza a congelarse
y a refugiarse lentamente en el rincón
habitación de las pulgas.
Los ojos se clavan en el horizonte inexistente
y se agita la respiración
hasta el borde del desmayo.
Un grito horroroso sale de mis entrañas.
Tu diástole.

Estremecimiento

No tiene sentido tratar de sorprendernos
con imágenes de armas y de muertos.
En nuestra mente anormal,
sólo la vida puede estremecernos.

Expectativa

Hoy el alma fue niña
espectando cada vuelta de la esquina,
ignorando los truenos que amenazaban
con partirla en electrolitos.
Hoy el alma fue un ángel sumiso
caminando derecho
y batiendo sus alitas.
Y al final quedo yo
Tratando de escapar del punto muerto.

Mala suerte

A partir de ahora y por no haberte encontrado,
el tiempo huirá en un remolino
por entre el hueco de tu ausencia
y se arrastrará la vida vertiginosamente
hasta botarme al final del camino
justo antes de morir.
Entonces podré preguntarte
cómo estás.

Los muertos

I
En las tardes que somos torturados
por la monotonía de un payaso
que trata de sacarle risas
a un montón de papeles polvorientos,
suele alegrarnos la vista
un grupito de muertos descompuestos
que desfilan sumisos de un hogar al otro
esperando multicolores que alguien
funcionario piadoso los eche a la basura.

II
No debe ser tan triste
estar muertito sin sangre y desnudo,
recostado como se acostumbra
en una lata fría y oxidada,
cuando se tiene al lado a otros
igual de muertos y abandonados
y se espera que alguien vivo
le llene las venas del color de las flores.

III
Tal vez no constituya alivio
para las familias en las que falta el muerto
saber que su cuerpito está sirviendo
para ser escudriñado
por una tropa de personajes curiosos,
no poder podrirse con calma y rapidez
ni dormir profundamente en un ataúd,
sino aguantarse los múltiples manoseos
hasta que no sea posible reconocer las partes,
como si se estuviera cumpliendo
la condena de Prometeo.

Música II

Cuando la música nos llega al alma,
nos sirve de acompañante en el camino.
Avanzamos con la letra danzando en nuestra mente
y nos lleva a un pequeño limbo
cuando se raya:
¿Sigo caminando
o me quedo dando
un paso adelante y uno atrás?
¿Sigo pensando lo que iba a pensar
o me quedo pensando lo anterior?
¿Repito esta frase o paso a leer la siguiente?
¿Canto la repetición, repetición, repetición?

Odio

No puede ser que el odio haya tomado esta cara.
Ahora pueden nacer unas flores de la tierra árida
y convertirse los pasillos fríos
en estancias entrañables con sabor a café.
Puede la monotonía de la prisión
Tornarse en algo parecido a una fiesta
que hace sonreír la niebla.
No puede ser que el odio haya tomado esta cara,
aunque suele suceder.

Ojos

Los ojos son dos extraños que miran
con recelo el saludo mañanero del sol,
prefieren los días en que el cielo grita
que jamás se alegrará pero no llora.
Prefieren el descanso de la oscuridad temporal
y la fiesta de los sueños imposibles
o el baile colorido de los pájaros.
Pero tienen miedo de cerrarse
porque creen que al despertar
no volverán a ver la luz.

Hojas


Cuando el cielo arranca las hojas
de los árboles verdes amigos
y el viendo las arrastra de un lado a otro,
las pone a danzar alejándolas de mi vista
y las deja solamente alcanzables con mi anhelo
significa fortuna que una de ellas
caiga en mi cabeza.

Frío

Valió la pena internarse
en el frío de la noche
para encontrar entre la bruma
una pequeña luz.

Música I

La música invade los espíritus
tan llena de remolino
que es capaz de arrastrar la rabia y el cansancio
aunque sea hasta la puerta.

Cárcel

Ahora es difícil desnudarse en la cárcel
sus barrotes sólo admiten
la elegancia y la mentira.
Haría falta traspasar los muros
y enredarse en el monte
para que su olor nos reviva.
Haría falta que las mariposas
inundaran de colores el ambiente fúnebre
para sentirnos despiertos.
Haría falta que las melodías
sembraran tristeza entre los ladrillos
y que los perros murieran
para poder estar tranquilos.

Oficios

Mientras ustedes tratan inútilmente
de salvar vidas,
nosotros nos encargamos de arruinarlas,
para que prefieran la muerte
y una vez muertos,
los despedazamos con un serrucho
para saber la causa
de su deceso.

Bondad

Mi alma amaneció llena de bondad,
recorreré la ciudad entera
buscando a los perros callejeros
para ofrecerles un pan
llenito de veneno
y acabar con sus vicisitudes para siempre.

Soledad

Si la soledad quiere reducir mis alas
a un montón de cenizas,
se vale del hielo para que mate mi calma,
de la oscuridad para que nazca el desamparo
y de los perros para que acaben
con lo que queda de mí.

Huesos

Es ahora cuando reclaman los huesos
se atreven a salirse de su blanco silencio,
para manifestarse en mi contra.
Exigen algunos placeres
que rara vez les concedo,
se atreven a caminar solos
y dejarme con el reguero de nervios
¿O no son ellos los que reclaman?

Oscuridad

Cuando la oscuridad
se mete por entre mis orejas,
el miedo ligero se instala
y no hay diferencia mayor
entre el cuarto y la calle,
igual saltan los bichos,
viven los agresores
y el tiempo grita en mi mano
sin haberlo invitado,
pero si cierro los ojos,
tampoco el sosiego vendrá.

Remolino

El remolino que se traga las palabras
es una máquina maldita
que las sacude como si estuvieran
desesperadas,
las larga al viento
burlándose de la forma en que caerán,
porque parecerán plastas.
El remolino se las empaca, las trastorna y las escupe-
Qué hermoso remolino
que al abandonarlas,
las ha convertido feliz
en una flor.

Noctámbulas

Las calles no duermen.
Encienden sus ojos y se desgreñan
como locas vigilantes.
Disfrutan el silencio que dejan
los que al fin se murieron.
Gritan también a veces, las calles.
Se tragan el mugre y el polvo
y refrescan sus gargantas con la lluvia.
Con su susurro musical
acompañado por el viento,
se proclaman soberanas.

Regreso

Todo lo que un día nació para reír
hoy está volviendo
con pasos silenciosos
que dejan adrede huellas en la arena
para que no sea difícilreconocerlos

Tormenta

Siempre que del cielo cae la tormenta
y me atrevo a recibirla con los brazos abiertos
como a la primavera,
me siento ligeramente hermosa.

Fondo musical

I
Aunque el fondo musical sea porquería
siempre le ganará la melodía del alma.
II
Aunque el alma no quiera cantar
nunca se refugiará en el fondo musical porquería

Tercera trilogía

I
¡Es tan temprano para la vida
y tan tarde para el amor!

II
El ángel goza ayudando
aunque después lo revienten
porque sabe que tarde o temprano
volverán a casa.

III
¿Por qué esperar
ansiosamente el final
cuando se puede disfrutar
entrelazando el nudo?

Alumbramiento

Ella está naciendo y es un alumbramiento.
Se arranca la piel de culebra oscura
y le empiezan a brillar unos colores.
Cierra los ojos a los muros
y los abre al universo de los sueños.
Sale una voz de sus entrañas,
voz ligera y hermosa, y canta.
Se le revela el camino que le espera
y llena de esperanza se sonríe.
Ella está naciendo y es un alumbramiento.

La rabia

Es tan solemne la rabia
que con su veneno
soporta el cuerpo
el diluvio universal
sin agachar la cabeza.
Es tan hermosa que nos hace sonreír
aunque la piel esté chillando de frío.
Es tan inmensa que hasta el hambre
se convierte en una simple acompañante.
Es tan solemne la rabia,
pero la tristeza le gana.

El deseo

Está golpeando la puertita
un deseo de alas de colores
y mirada lejana.
Espera que no estalle
su corazón contra la ventana
y que lo deje por fin
anidarse en su árbol.
No va a querer grandes cosas,
simplemente, darme la mano.

Recordar

Hoy me rehúso a vivir.
Los recuerdos me han traído
volando toda la noche
y cuando despierto
danzan ligeros su ballet.
No saben que son grandes estacas
que se entierran en mi palpitar
y no me dejan saludar la luz.
Creen que recordando vivo
pero no es cierto.
Ahora recordar es morir.

Arcoiris

Son los seres más insospechados,
los llenos de neblina,
de mirada ensangrentada,
los que pueden de la tierra
sacar el arcoiris.

Profecías

Parecen ciertas las malditas profecías
que cantan de antemano los días arruinados,
no importa que el viento haya abierto
por fin un caminito al sol
para que pudieran nacer las flores.
Son ciertas las profecías
y éste día estará lleno de nostalgia.

Segunda Trilogía

I
Entre la montaña de basura
sobresale una mano
que se mueve.

II
Presentía que estaba en una cárcel
pero apenas ahora
me doy cuenta de los barrotes.

III
También en las cárceles
cantan los pájaros
aunque tímidamente.

Lluvia

El día en que bautizamos la lluvia
y nos llenamos los bolsillos de tierra verde
para ir persiguiendo a la belleza,
desaparecieron del mapa todas las tristezas
y los días grises.
Se nos quedó sembrada en el cerebro
la idea de que éramos eternos
y en el alma la fantasía de ser felices.
La lluvia jamás volvió a ser la misma.

Convergencia

En este punto convergen
los vientos del norte y del sur,
unos estúpidos y los otros profundos,
vientos del otro lado del océano
o de nuestros vecinos,
hermosos o locos,
exóticos o deseperados,
vientos que nos llevan volando
de un lado a otro,
nos visten, nos dan de comer, nos ponen una piel.
Cuando se apagan,
al menos nos queda la lluvia.

Paliativo

El único remedio que me queda
cuando noto que los trenes ya se fueron
es hacerme la loca
y creer que volverán.

Curioso

Es curioso que apenas ahora
empiece a colárseme el pasado por entre los dedos,
que sólo con ésta luna nueva
pueda quitarme la venda y mirar atrás
con los ojos limpios por fin.
Atrás en donde estaba la esperanza
y la traigo arrastrando hasta aquí
para que a mi lado se quede para siempre.

La alegría

Y la alegría es una pobre muertecita
enterrada bajo un bosque tenebroso,
es una niña que se quedó atrás
porque dejaron de darle la mano
y siguió mirando la carrera
sentada en una piedra
esperando el atardecer...

Y llegó el atardecer con la señora muerte
A decirle adiós con sus manitos.
Allí enterrada
sólo regresa borrosa
cuando la recuerdo
cantando.

Responsable

Eres la responsable
de que en la calle me griten loca.
Se me ha olvidado el tiempo,
ya no existe en mi cabeza el espacio.
Voy por los parques gritando canciones,
convirtiéndome en perro o en gato,
llenándome las uñas de tierra.
Me gusta resbalarme por los pasamanos,
hablar con las vacas,
descubrir la tristeza en su mirada,
caminar entre la selva con los pies descalzos
y sentir su cosquilleo insectívoro.
Eres la responsable
de que me esté convirtiendo
de nuevo en una niña.

Ladrona

Soy una ladrona.
Frío tras frío me escabullo de los guardias
y los perros asesinos,
Me interno en los bosques,
arruino los jardines.
Me robo las flores inocentes
para que al llegar a casa
ilumines mi alma con una sonrisa.

Desubicadas

Estamos desubicadas.
En vez de cumplir con nuestro deber
nos largamos a correr detrás de las palomas
para que enciendan con sus alas
el cielo lúgubre.
Escapamos de la cárcel
a arrancar las flores más hermosas
de los jardines custodiados,
las horas mueren desesperadas
mientras nosotras sentadas en el piso
nos dedicamos a darle vida a tus juguetes.
Estamos desubicadas pero somos felices.

Lema

Ésta cárcel devora nuestros sueños
aunque diga edificar futuro.

Historia

El árbol levantó sus ramas
sintiéndose en primavera
pero el invierno
aún no había acabado.

Transformaciones

Hoy los peces han dejado de serlo,
cada paso que damos es un descubrimiento
que la venda invisible no nos dejaba ver.
Hoy el cielo se manifiesta.
Nos muestra que existe maravilloso
aunque nos estemos muriendo.
Hoy la tierra grita que no somos los únicos
que nuestra cabeza es un pequeño mugre
en el universo.
Hoy nos damos cuenta
que la vida entera es un misterio por descubrir.

Hoy

Hoy no me enroscaré
como las culebras
ni esconderé la cabeza
como una tortuga,
mas bien intentaré
caminar como la luna
y aprenderé a volar como las aves,
porque soy luna y ave,
y no tortuga ni culebra.

Alivio

Es posible que mil cadenas
surjan de mi cabeza como las culebras
de la Medusa.
Pero el ave que se ha plantado
en el alféizar de mi ventana
me regalará una mirada cómplice
mientras muestra sus útiles garras.

Horizonte renovado

Ahora el horizonte ha cambiado.
No tienen nuestros brazos el espacio completo
para estrecharse con otros
ni nuestras bocas el tiempo
para deshacerse en historias increíbles.
La piel ya no puede sentir
La picazón del pasto ni recibir la sombra de las flores.
No se oye el canto de los pájaros
y han muerto las tentaciones individuales.
Pero nuestros ojos, o al menos los míos,
se regocijan con las alturas,
descubriendo los seres que corren como hormigas,
aprendiendo que los conejos no caminan,
encontrando que es más fácil saltar muros
que dar vueltas eternas a las fortalezas,
dándose cuenta que el espacio no es tan pequeño como parece,
escuchando cómo el viento se regocija
cantándonos en los oídos
para que las mentes dejen de saber
y empiecen a entender.
Viendo que a la ciudad la gobiernan las cruces
y los muertos escondidos
y que hay montañas tras de las cuales
se va el atardecer.