Es tan solemne la rabia
que con su veneno
soporta el cuerpo
el diluvio universal
sin agachar la cabeza.
Es tan hermosa que nos hace sonreír
aunque la piel esté chillando de frío.
Es tan inmensa que hasta el hambre
se convierte en una simple acompañante.
Es tan solemne la rabia,
pero la tristeza le gana.
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