En donde aparecerán muchas cosas, especialmente colecciones.
COLECCIÓN DE PIEDRAS
Esta piedra, en cambio, es necesariamente, el rostro de algún poderoso animal que mira al cielo. Diría dinosaurio, pero no. Ellos prefieren mostrarse en huesos. Este es más bien el rostro de un gran perro, olfateando el viento y cerciorándose de que todo esté bien en ese reino. Bien significa que no haya muchos humanos por ahí. Con que pasen uno o dos, es suficiente. Al cielo mira porque también tiene cierta complicidad con las nubes. En especial con esa que tiene el rostro de un duende muy narizón. Entre los dos ejercen sus labores de vigilancia.
Esta es
una fiestecita de piedras. Lo sabemos porque hay plantas invitadas. Dirige la
fiesta esa piedra principal, que termina en punta, lo cual indica que está
levantando la mano para que le pongan atención. Sin embargo, no es muy serio
lo que tiene que decirles. Apenas intenta comunicarles que se diviertan, que
charlen con las maticas que invitaron y que no hagan mucho desorden. Pero las
piedras chiquitas ya están en una gran parranda. No escucharon el discurso.
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En cambio
ésta está tapando un gran agujero en el que hay un tesoro compuesto...
No sé de qué está compuesto! Porque ni siquiera me atreví a mover esa piedra.
Le respeté su fuerza y su inmovilidad.
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DE LUGARES DISTINTOS
DE LUGARES DISTINTOS
1. Las piedras anteriores están bastante delicadas por haber traído a éstas. Que no son naturales, que están ordenadas, etc. Pero tienen derecho, por ser piedras.
2. Estas piedras no escuchan las quejas de las demás.
3. Aquí lo que vemos es una confabulación pensada para guardar el secreto que está adentro, en la oscuridad. Hay una entrada, sí, un hueco por el cual alguien podría entrar y averiguarlo. Sería más efectivo si hubieran llenado completamente el espacio vacío. Pero el solo hecho de que estén ahí, aleja los ojos curiosos, que sólo se atreven a aproximarse a un paso de distancia y mirar de lejitos.
Ella forma parte de un cercado de piedras que ha existido desde tiempos inmemorables. Es la cara de un hombre viejo. Ese hombre está condenado a contemplar la ciudad para siempre. Desde la altura, su potente respiración se convierte en ese viento que siempre está soplando.
Y sin embargo es posible que adentro, haya otras piedras mirando.
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