TRANSFORMACIONES

Segunda página

En donde aparecerán muchas cosas, especialmente colecciones.




COLECCIÓN DE PIEDRAS


Me parece que las piedras, así pequeñas y desperdigadas, están sosteniendo una conversación con las nubes. Se nota por la posición que tienen. Lo que no alcanzo a imaginar es: de qué están hablando. Qué le puede decir una piedra a una nube, si las dos son tan silenciosas. Sólo puedo pensar en que se labran mutuamente.





Esta piedra, en cambio, es necesariamente, el rostro  de algún poderoso animal que  mira al cielo. Diría dinosaurio, pero no. Ellos prefieren mostrarse en huesos. Este es más bien el rostro de un gran perro, olfateando el viento y cerciorándose de que todo esté bien en ese reino. Bien significa que no haya muchos humanos por ahí. Con que pasen uno o dos, es suficiente. Al cielo mira porque también tiene cierta complicidad con las nubes. En especial con esa que tiene el rostro de un duende muy narizón. Entre los dos ejercen sus labores de vigilancia.






Esta es una fiestecita de piedras. Lo sabemos porque hay plantas invitadas. Dirige la fiesta esa piedra principal, que termina en punta, lo cual indica que está levantando la mano para que le pongan atención. Sin embargo, no es muy serio lo que tiene que decirles. Apenas intenta comunicarles que se diviertan, que charlen con las maticas que invitaron y que no hagan mucho desorden. Pero las piedras chiquitas ya están en una gran parranda. No escucharon el discurso.





En cambio ésta  está tapando un gran agujero en el que hay un tesoro compuesto... No sé de qué está compuesto! Porque ni siquiera me atreví a mover esa piedra. Le respeté su fuerza y su inmovilidad. 



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DE  LUGARES DISTINTOS



1. Las piedras anteriores están bastante delicadas por haber traído a éstas. Que no son naturales, que están ordenadas, etc. Pero tienen derecho, por ser piedras.
2. Estas piedras no escuchan las quejas de las demás.
3. Aquí lo que vemos es una confabulación pensada para guardar el secreto que está adentro, en la oscuridad. Hay una entrada, sí, un hueco por el cual alguien podría entrar y averiguarlo. Sería más efectivo si  hubieran llenado completamente el espacio vacío. Pero el solo hecho de que estén ahí, aleja los ojos curiosos, que sólo se atreven a aproximarse a un paso de distancia y mirar de lejitos.  




Ella forma parte de un cercado de piedras que ha existido desde tiempos inmemorables. Es la cara de un hombre viejo. Ese hombre está condenado a contemplar la ciudad para siempre. Desde la altura, su potente respiración se convierte en ese viento que siempre está soplando. 




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