Cuando uno se borra del mundo virtual - es decir que se borra de ninguna parte, porque si es virtual es porque no existe -, quedan los personajes de este lado de la pantalla, los amigos que pertenecen a los cinco dedos de la mano izquierda (que es la que sirve), los eventos a los que de verdad se asiste (una izada de bandera hecha por engendros), los grupos a los que se pertenece (el de los perros), las cosas viscerales que se han vivido (aunque nadie se entere).
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