Si quisiera manifestarse, el diablo en uno de sus dulces sueños, se sacudiría levemente. Suficiente para que los millones de estúpidos, sirvientes de la velocidad, quedaran convertidos, como perros sin suerte, en plastas con las entrañas al descubierto, tapetes o piedras a la orilla del camino. En un abrir y cerrar de ojos. Entonces sonreiría.
Tania Espitia
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