La música,
- como siempre -,
borró del horizonte el tiestazo
contra el muro de la realidad,
la certeza de la hambruna
y la miserableza ajenas.
Apareció en el mágico lugar
acompañada de unas olas sumisas,
apenas perceptibles,
arena dorada y aves del paraíso.
Depronto, alguien la apagó.
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