Tiempo de ser gaviota: A cuatro manos

domingo, 21 de diciembre de 2008

A cuatro manos

I

Muerte imaginaria provocada a cuatro manos
cómplices carcajadas
asomo de felicidad.

II

Incluso en silencio,
a ciegas y en la distancia,
encuentran las almas
un punto de encuentro.

III

Y sin embargo
la voz no ha logrado
romper el hielo.

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La música

No pensó que la existencia pudiera volver a ser posible, ya se había metido dentro de un traje oscuro y acartonado. Y de pronto apareció la música. Una que tenía guardada en el baúl de los recuerdos, que solo había vuelto a escuchar en la imaginación. Apareció de pronto como si tal cosa, como quien pone el nombre de la canción que tanto quiere y extraña, y ella se aparece y empieza a sonar. Como cualquier paloma que vuela, o cualquier sol que sale. Como si fuera posible retraer esa soledad tan inocente, tan esperanzada. Es extraño: ahora que se trasega por ese mismo bosque, incluso con árboles ya crecidos, ya talados, es menester hallar tales tesoros, tales pasajes a la nostalgia y la tranquilidad. No son ya motivos de felicidad, son señales de que aun se existe. Recuerdos del estado salvajísimo, del camino trazado por el alma, tan nítido y transparente. Tal ha sido la perdición y el embalsamamiento que ella debe cruzar intrincados laberintos para salir a la luz. Y cuando lo logra, es de nuevo enterrada, en un efímero instante, y se vuelve a perder, hasta que algún ángel o música, la rescata

Tiempo de ser gaviota

TRANSFORMACIONES

domingo, 21 de diciembre de 2008

A cuatro manos

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